Llamado a seguir caminando

La vocación nace del amor y lleva al amor, por eso es tan necesario seguir reflexionando sobre la respuesta al llamado que Dios nos hace a cada uno de manera particular. En este sentido queremos compartirles un testimonio del paso de Dios en un cura que sigue dando respuesta al Amor. Y más que hablar hay que dejarlo hablar:

Mi nombre es Pablo Marquez soy párroco de la parroquia María y José, hijo del Seminario Mayor Nuestra Señora de Loreto.

En principio quería ser cura debido a la experiencia que tuve en una comunidad. Cuando era chico (adolescente) estaba trabajando como catequista en la comunidad de la capilla “Nuestra Señora de La Confianza y San Lucas, en la parroquia Ascensión del Señor, en Barrio SCEP” y pasaba años hermosos y muy felices. Y cuando estaba ahí escuchaba que faltaban curas en la Iglesia. Yo era muy feliz en la Iglesia y me llamaba la atención y me preocupaba la situación, siendo que para mí la comunidad era hermosa.

Al pasar los años me anime a dar los primeros pasos en este camino vocacional por así decirlo. La verdad es que era muy tímido y temeroso, por lo que, sintiendo el llamado a los 16 años en la catequesis, lo fui a conversar por primera vez con un cura, el padre Román Balossino que había sido vicario parroquial años anteriores, recién a los 20 años. O sea, hubo cuatro años en los que guardé para mí lo que había sentido: no quería llamar la atención y para mí era una confusión por estar metido en la capilla. Mi camino fue ir a hablar pidiendo ayuda, un acompañamiento, y ahí el padre Román me envió a hacer el camino en el seminario.

Esto fue crucial en mi vida y en todos en los que me rodeaban, sobre todo en mi familia más directa, digamos, mi madre, mis hermanos, uno de ellos, el creyente, no me habló por un tiempito porque decía que me gustaba mucho la familia, y otro hermano, no tan creyente o más bien agnóstico, me celebraba porque decía que era algo que a mí me gustaba. Si hubo como una resistencia general de toda mi familia a que primero concluyera mis estudios universitarios (estaba estudiando turismo y hotelería, me faltaba un año) y después ingresara. O sea, me pedía que cerrara, que terminara una etapa antes de iniciar una nueva. Y bueno… mi terquedad y mi convicción era que tenía que probar esto y si no me gustaba o me daba cuenta de que no, volvía a terminar lo otro. Pero esto era más fuerte.

Ingrese al seminario en el 2005 y nos ordenamos con cuatro compañeros el 18 de marzo del 2013, por la tarde, en las primeras vísperas de San José, a horas de que iniciara su pontificado el papa Francisco.

En estos 10 años me ha tocado pasar por varias comunidades y servicios pastorales. Al iniciar cada tarea lo siento como un llamado especial por estar ahí. Y creo que me renueva cada vez que tengo que volver a hacer algo que ya hice: una unción, es lo que da sentido al sacerdocio; una eucaristía, siento que Dios me vuelve a invitar a celebrar de nuevo… y así.

En los últimos años vengo haciendo una experiencia, como un llamado que lo siento más particular, más personal, un interés, que es el tema de las peregrinaciones a pie y siento que hoy algunas personas que me he encontrado en los caminos fueron confirmando que Dios me quiere ahí, que me está llamando a seguir caminando en algunas peregrinaciones.

¡Estoy feliz siendo cura!